En 1924 las autoridades de la reducción
dispusieron que los indígenas debían entregarles el 15% de su producción de
algodón. A ello, se le sumó el resurgimiento en las comunidades de prácticas
chamánicas asociadas con un cierto mesianismo. Aparecieron líderes indígenas
que aseguraban que los dioses volverían a la Tierra y les devolverían la vida a
los indios que habían sido «mal muertos por los blancos». Así entonces, nació
un movimiento popular dirigido por el descontento de los indígenas.
Lanzada una campaña militar para someter a
los pueblos indígenas del Chaco múltiples indígenas fueron asesinados y comenzó
la desintegración social y cultural de numerosas etnias.
Se
fundaron fortines para suprimir a los aborígenes vencidos y anticiparse a una
posible rebelión. Luego sus tierras fueron vendidas a colonos, quienes se
dedicaron a la producción de algodón con ellas, así también algunos terrenos
fueron vendidos, y éstos en su mayoría tratados con productos para exportación.
Numerosas tribus fueron confinadas en reducciones en donde fueron sometidas a
un régimen de explotación muy cercano a la esclavitud. Una de tales reducciones
era Napalpí, que significa, irónicamente, lugar de los muertos, fundada en 1921.
Los aborígenes de la reducción fueron puestos a trabajar y cuidar las
tierras de los colonos.
Los
aborígenes comenzaron a reclamar, pero con prácticas violentas, atacando
las granjas y animales de los colonos . En junio un chamán llamado Sorai fue
asesinado por la policía en un confuso episodio y poco tiempo después,
probablemente en venganza, mataron un colono francés los indígenas. El
gobernador del Chaco, Fernando Centeno, inició los preparativos para una feroz
y brutal represión.
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